Nació en la ciudad de Conflenti, ubicada en la región italiana de Calabria, el 13 de noviembre de 1885, siendo el primero de los siete hijos del matrimonio conformado por Francisco Porchia y Rosa Vescio. Se vio obligado a dejar la escuela para sustentar a su familia luego de la muerte de su padre en 1900. En 1906, emigró a la Argentina con su madre y cinco de sus seis hermanos. Llegó el 30 de octubre de 1906 a bordo del vapor Bulgaria a Buenos Aires desde Génova, donde se asentó junto a su familia en el barrio de Barracas.
Durante sus primeros años en Argentina, trabajó como carpintero, tejedor de cestas y apuntador en el puerto. En 1918, se mudó a San Telmo, y en ese mismo año compró junto con su hermano una imprenta en la calle Bolívar en la que trabajó hasta 1936. Inmediatamente después de abandonar la imprenta, compró una casa en la calle San Isidro del barrio de Saavedra.
Habiendo entrado en contacto con movimientos comunistas, comenzó a militar en las filas de la FORA (Federación Obrera Regional Argentina) y llegó a colaborar en una publicación de izquierda llamada La Fragua, donde aparecieron por primera vez los fragmentos o sentencias que caracterizan su conversación cotidiana y que él más tarde compilaría en Voces. En 1940 fundó con un grupo de pintores y escultores anarquistas que había conocido en La Boca la Asociación de Arte y Letras Impulso, que lo instan a reunir en un libro sus reflexiones.
Para 1943 tuvo lista su edición preliminar de Voces, que donó a la Sociedad Protectora de Bibliotecas Populares. En 1948, Porchia realizó una segunda edición del libro en la que incluyó más de sus producciones. Un ejemplar de la primera edición fue leído por Roger Caillois, quien durante la Segunda Guerra Mundial se encontraba en Argentina invitado por Victoria Ocampo, y quien, deslumbrado, entró en contacto con Porchia y le dijo: «por esas líneas yo cambiaría todo lo que he escrito». Caillois, el primero en traducir Voces, incluyó algunas de ellas en un número anual de Dits (edición de Gallimard) y también en la revista parisina La Licorne. Luego las publicó en un disco de la serie G.L.M. Henry Miller incluyó a la obra de Porchia entre los cien libros de una biblioteca ideal tras haberla conocido por medio del disco. André Breton dijo en referencia a Voces: El pensamiento más dúctil de expresión española es, para mí, el de Antonio Porchia, argentino.1 La Editorial Sudamericana en 1956 le ofreció a Porchia publicar Voces, tras lo cual inició un proceso de selección que culminó con la exclusión de casi la mitad de las voces y con la suma de voces nuevas. A esta edición es a la que Porchia considera «la oficial» en su dedicatoria a Roger Caillois.
A principios de los años cincuenta, Porchia se mudó a la calle Malaver del barrio de Olivos. De visita a la casa de la familia García Orozco, resbaló de una escalera mientras podaba un árbol. Un golpe en la cabeza le produjo un coágulo que lo dejó en coma; fue a continuación operado y llegó a restablecerse. Ya repuesto, viajó unos días a Mar del Plata invitado por los García Orozco, donde tuvo una recaída previa a su defunción en Vicente López el 9 de noviembre de 1968.
Ha sido traducido al inglés por W.S. Merwin, al francés por Roger Caillois y al alemán. Fue un escritor en extremo epigramático, autor de culto para renombradas figuras de la literatura contemporánea como André Breton, Jorge Luis Borges, Roberto Juarroz y Henry Miller. En 1991, apareció por primera vez en España una amplia selección de sus Voces, realizada por el poeta Francisco José Cruz y con texto preliminar de Roberto Juarroz.
Algunos críticos marcan una relación de su obra con los haikus japoneses, y han encontrado también afinidades entre ella y algunas escuelas del pensamiento Zen.
Fuente: es.wikipedia.org