Pedro Salinas Serrano (Madrid, 27 de noviembre de 1891 – Boston, 4 de diciembre de 1951) fue un escritor español conocido sobre todo por su poesía y ensayos. Dentro del contexto de la Generación del 27 se le considera uno de sus mayores poetas. Sus traducciones de Proust contribuyeron al conocimiento del novelista francés en el mundo hispano-hablante. Al concluir la guerra civil española se exilió en Estados Unidos hasta su muerte.
Pedro Salinas nació en la madrileña calle de Toledo, hijo de Soledad Serrano Fernández y de Pedro Salinas Elmos, comerciante en géneros, del que quedó huérfano con apenas seis años. Fue alumno en el Colegio Hispano-Francés y el Instituto de San Isidro de Madrid.1 Se trasladó con su madre a la calle de Don Pedro y comenzó a estudiar Derecho en la Universidad de Madrid, que abandonó a los dos años para matricularse en Filosofía y Letras (materia en la que se doctoraría en 1917 con una tesis sobre las ilustraciones del Quijote).2 De 1911 son sus primeros poemas ("espeluznantes", según posterior confesión de Salinas) publicados por Ramón Gómez de la Serna en su revista Prometeo. En 1913 fue nombrado secretario de la sección de Literatura del Ateneo de Madrid, institución donde, con Enrique Díez-Canedo y Fernando Fortún, se plantean la misión de «liberar el verso español del yugo de la métrica».3
En 1914 consiguió plaza de lector de español en La Sorbona. Durante el verano de 1915, con 24 años, Salinas se casó en Argel con Margarita Bonmatí Botella,nota 1 El matrimonio se instaló en París donde el poeta inició sus lecturas de Proust, cuyos tres primeros volúmenes de la saga À la recherche du temps perdu, tradujo más tarde en colaboración con José María Quiroga Plá.4
En 1917 el matrimonio Salinas regresó a España y un año después, él consiguió una cátedra en la Universidad de Sevilla, donde vivieron hasta 1929 en la capital hispalense, (y donde entre otros alumnos tuvo a Luis Cernuda).5 Solicitó excedencia en 1922 y 1923 para ocupar un lectorado en la Universidad de Cambridge, y de regreso publica su primer poemario, Presagios. En 1930 permuta su cátedra sevillana por la cátedra de Jorge Guillén en la Murcia, aunque nunca llegó impartir docencia en ella. En ese mismo año comenzó a ejercer en la Escuela central de Idiomas, en Madrid, donde más tarde, en 1932, fundó la revista Índice Literario. Entre 1928 y 1936, integrándose en las actividades y objetivos de la Institución Libre de Enseñanza, a través del Centro de Estudios Históricos, se encargó entre otras diversas tareas de la Sección de Literatura Moderna y la organización de la Universidad de Verano.6
Implicado en la creación de la Universidad Internacional de Verano de Santander (de la que sería secretario general entre 1933 y 1936), conoció en el verano de 1932 a una estudiante estadounidense, Katherine R. Whitmore, que sería luego profesora de lengua y literatura española en el Smith College (Northampton, Massachusetts), de la que se enamoró. Ella fue la destinataria de su trilogía poética La voz a ti debida, Razón de amor y Largo lamento. El romance se mantuvo, en forma epistolar, cuando Katherine regresó a Estados Unidos para proseguir sus estudios; volvió la joven para el curso académico 1934–1935, pero la mujer de Salinas descubrió la infidelidad e intentó suicidarse, por lo que Katherine decidió poner fin a la relación. La Guerra Civil y el exilio de Salinas en Norteamérica, dificultaron aquella ruptura; a pesar de ello, Katherine se casó en 1939 con su colega Brewer Whitmore y, aunque tuvo aún esporádicas noticias sobre Salinas, la relación se acabó marchitando. Se vieron por última vez en 1951, poco antes de la muerte del poeta. Ella, que falleció en 1982, autorizó la publicación de su Epistolario con Salinas, guardado en la biblioteca de la Universidad Harvard, siempre que fuera 20 años después de su muerte y se omitieran las cartas que ella le envió. Las de Salinas son unas trescientas, testimonio de una relación que duró quince años hasta su conclusión en 1947.78
Sorprendido en Santander por el golpe de Estado que daría paso a la Guerra Civil Española, se trasladó a Francia, desde donde marchó al exilio en Estados Unidos. Ocupó el cargo de profesor visitante en el Wellesley College (cuyo nombramiento tenía desde 1935); más tarde trabajó para la Universidad Johns Hopkins de Baltimore y en el verano de 1943 se trasladó a la Universidad de Puerto Rico, pero regresando a Baltimore en 1946. Falleció en Boston el 4 de diciembre de 1951, aunque sería enterrado en San Juan de Puerto Rico.9
El propio Salinas define la poesía como un ahondamiento en la realidad, "una aventura hacia lo absoluto. Se llega más o menos cerca, se recorre más o menos camino: eso es todo", y reduce a tres los elementos de su creación: "Estimo en la poesía, sobre todo, la autenticidad. Luego, la belleza. Después, el ingenio". Siguiendo esta pauta, Leo Spitzer consideró que la principal característica de Salinas fue el «conceptismo interior», que se manifiesta en paradojas y condensación de conceptos. Un rápido vistazo a sus libros de poesía revela ya que prefiere el verso corto y renuncia casi siempre a la rima. La aparente sencillez de sus versos hizo que Lorca les llamase prosías (según informó Vivanco).10
Los tres libros están escritos en heptasílabos y octosílabos «blancos» o sin rima, a los que van añadiéndose endecasílabos hasta que la proporción se invierte en el último libro. Se abusa con frecuencia de la enumeración y existe cierto tono conceptista: «Todo quiere ser dos», «Serás, amor, un largo adiós que no se acaba», etc.
"He tenido siempre un deseo de amor tan vivo, que por eso he sido poeta".11
Pedro Salinas ha sido reconocido por muchos críticos como el "poeta del amor" del 27. Pocos igualaron la sutileza con que supo ahondar en el sentimiento amoroso. Trasciende las puras anécdotas para encontrar la clave más gozosa de las relaciones sentimentales; desde una posición claramente antirromántica, el amor es para él, en vez de sufrimiento, una prodigiosa fuerza que da plenitud a la vida y sentido al mundo, enriquecimiento del propio ser y enriquecimiento de la persona amada, un acontecimiento jubiloso: «¡Qué alegría vivir / sintiéndose vivido...!», exclama. El amor hace amar la vida, decir que sí al mundo: «¡Sí, todo con exceso: — la luz, la vida, el mar!». Sólo en algunos pasajes de Razón de amor aparece a veces un tono más grave, en ciertos poemas que hablan de los límites del amor, de su posible e inevitable final.12
Su primer libro en prosa fue Vísperas del gozo (1926), obra inscrita en la línea vanguardista de la época. Siguieron veinticinco años de silencio narrativo, y sólo al final de su vida visitó de nuevo el género con una novela sobre los horrores de la bomba atómica, La bomba increíble (1950), y El desnudo impecable y otras narraciones (1951).
Mayor consistencia e influencia tuvieron sus ensayos sobre literatura, Literatura española. Siglo XX (1940), Jorge Manrique o tradición y originalidad (1947), La poesía de Rubén Darío (1948, y las ediciones que preparó sobre Fray Luis de Granada y San Juan de la Cruz.
Quizá la vertiente menos estudiada de Salinas, autor de catorce piezas dramáticas, entre 1936 y 1947, para Max Aub "con escenas de un evidente hálito poético".131415
(primeras ediciones)
Fuente: es.wikipedia.org.