"Rosa de Agua" resalta por sí mismo. Es, visto por fuera en la perfección de su forma, visto por dentro en la perfección de su elaboración, obra excepcional. No tiene la lírica hispánica, en toda su ya larga historia, libro de sonetos que se le parezca. En sus páginas culmina, hasta ahora la gloria de tan entrañable poema. Y culmina porque, como ya hemos señalado, "Rosa de Agua" le hace vértice, tan certero como armonioso, a los dos tiempos: el clásico y el nuestro.