El ecuatoriano César Dávila Andrade (1919-1967) no es un poeta conocido ni siquiera por las inmensas minorías de los lectores latinoamericanos y esto solo significa, por los menos para mí- lejano lector mexicano de sus poemas-, lo siguiente: él mismo y sus escrituras se han extraviado, real y totalmente, en la víscera convulsa de una cacería: debemos buscarlo dentro de esa experiencia sanguinaria, en el seno humeante de los límites del lenguaje, en la dimensión visceral de la purificación iniciativa".