Serie: | NA |
Editoras: | Fundación Editorial El Perro y la Rana |
Géneros: | Poesía |
Autoría: | Márquez Miguel |
Páginas: | 46 pages |
ISBN 13: | 9789801409717 |
Tags: | Poesía venezolana |
Language: | Español |
Dueño: | Donado por la Escuela de Letras de la UCV |
Notas extras: | NA |
La cotidianidad no es el pretendido relato del azar aunque lo parezca. Mucho menos discurso de tedio, hábito y hastío que pretendemos endilgarle con nuestros actos del día a día. Ella nos espeta ironía, sarcasmo, necesidad de movimiento y acción en el mundo.
Desde su profunda impronta metafísica nos recuerda nuestra finitud y naturaleza volitiva. —Vaya humano y cumpla su hacer— nos dice.
El día a día no responde de forma caprichosa, responde a la rotura, es una lija que suelta las suturas recurrentes. Es la respuesta a la confrontación y al roce.
No queda más que remendarnos al salir de casa y remendarnos nuevamente al llegar. Prepara las espuelas, dicen unos, preparar la égida dicen otros. Depende de donde se le mire. Es la Gran Reunión de horas para entender la guerra y la carrera de la estupidez impuesta al género humano, salvado por los fragmentos de la escapada de algunos. En cada intersticio de cada ciudad del mundo habita un héroe, una heroína que sacan el pus de la Gran Infección.
Son estas líneas apuntes de una lectura de Fragmentos de la batalla del poeta e intrépido editor Miguel Márquez. Y se limitará la ojeada de estas esquirlas de estos fragmentos, como si nunca se hubiese avistado demás obra, corpus e improntas del autor, sabiendo que posee una vasta producción; collar de cuentas de diferente tamaño y registro, sobre todo entendiendo que queremos apartarnos de la lectura abarcadora en la que avistamos cómo se orientan el devenir de la producción poética y sistematización del tránsito vital, acá solo avistaremos fragmentos.
Es decir, hablaremos de este Miguel, el Miguel del fragmento. Un subconjunto del subconjunto de lo que podría ser visto sin microscopio. La lectura del outsider, dicen.
Primer movimiento
El mayor peligro que corre el lector de poesía ante este tipo de manifiestos del espíritu es el de comparar la realidad con el código escrito. La paranoia y la conspiración acechan, si no se les separa nuestro querido descifrador, hypocrite lecteur, corre el riesgo de perderse.
La primera parte de este libro —publicado en 2010— en clave diario-aforístico, nos hace preguntarnos ¿Será esto una distopía bélica, un oráculo chamánico o alguna profecía? No estamos seguros de qué lo define mejor, lo cierto es que dibuja la guerra del presente, caracteriza al enemigo y lo registra:
La mirada del enemigo sólo sabrás reconocerla en el campo de batalla si eres campesino. En la ciudad todos somos inocentes.
Hay mesura de épica y conciencia de registro histórico. No es para menos, estamos hablando de un escritor pulido (¿o curtido?), la trayectoria editorial de Márquez le ha afinado el ojo al presenciar cientos de voces del panorama literario venezolano. Digamos que, en el lenguaje de guerra de fragmentos, hablamos de un autor que conoce el campo que se ha convertido y convertirá en institución y acervo, es decir sabe a dónde hay que disparar.
Fragmentos de la batalla se expresa como un manual para el montuno, el nunca inocente, tiene un mapa indistinto para el trajeado que circula por el complejo urbanístico abstractor de la civilización y la barbarie. Es Arte de la guerra para tiempos de entropía. Para estos lapsos en que parece que todo se diluye.
Lo mejor de esta propuesta es que no se queda en el análisis coyuntural —no perdonen la jerga política, político es el libro más de lo que imaginamos— sino que propone praxis, poética, praxis adjetivada.
También hay confesión al cometer el crimen o al desear cometerlo que es lo mismo. Quién esté libre de contradicciones que tire la primera moral flexible.
Como buen poeta disfruta de la necrofilia. Es un buen pastor. Un zombie a ratos, un carroñero. Todavía sigue intacto el homenaje a la descomposición en nuestra literatura.
Una vez, parado en un callejón me provocó sacarle el corazón a una niña de un solo mordisco. Otra vez un hígado fresco tentó mis ganas. A ambas las dejé bailar con sus acompañantes…
El inventario de la ciudad no está ausente. Obvio:
De vez en cuando como gatos, ratas, gallinas. Incluso he devorado policías, oficinistas, agentes de la banca, periodistas a montones y señores que llevaban en el cuello unas corbatas feísimas…
Segundo movimiento
Papeles al desnudo es el poema épico, el registro del ahora. Mariano Picón Salas en Formación y proceso de la literatura venezolana nos confirmaría a la “literatura como medio más eficaz que la propia historia para conocer la idiosincrasia de un pueblo, de un país”, Márquez no lo ignora y explora. En el paseo por el tráfico del campo de batalla observa y registra. Va, pelea, y en la trinchera que encuentra mal parada se detiene a rastrear. Vuelve, aceita rifles y borra la pátina que aceleradamente acecha en la humedad de los tugurios que ni en medio de la balacera faltan. Gracias a Dios. Concluye:
Ustedes han mentido mucho y adrede, y esto
ya es de conocimiento público:
están sus papeles al desnudo.
Especulación: podría tratarse de uno de los poemas políticos más importante de los últimos diez años, junto a Baúl de óbitos del barinés Leonardo Ruiz Tirado.
Fuga sobre Palestina nos convida a ver juntos dos nombres: Palestina-Venezuela, ambos arquetipos del mundo, modelos, símbolos de la resistencia ante el enemigo.
La fuga es lo más rápido, la superposición de imágenes-sonidos-notas. Léanlo escuchando Yngwie Malmsteen interpretando Flight of the bumblebee. La comparación diacrónica cabe en estos resquicios sonoros. El tiempo es también geografía. La música es imagen y viceversa, la poesía y la música son lo mismo. Siglos y siglos de argumentación oriental/occidental lo comprueban.
Resuena la literatura documento. Militante. Lo que al árabe Nur Masalha le toman más de cien páginas en Nakba, a propósito de la apropiación de territorio palestino por parte del Estado genocida israelí, le toma a la poesía pocos versos. Picón Salas uno, nosotros cero (“la literatura como medio más eficaz…”). Vayamos al segundo tiempo en este siglo XXI y procuremos homenajear al merideño superándole.
Tercer movimiento
Trópico relativo es la mirada fotográfica, la fotografía que el poeta visita, investiga y aprehende ¿Acaso no es el poeta, como bien me comentaría William Osuna “un editor de imágenes…”?
Es también la metáfora de la imagen para mostrar un país que ya no es imagen sino imágenes [y que quede claro, en plural].
Pero definitivamente Venezuela dejó atrás la foto fija…
Cuarto movimiento
Las manzanas de Chile vienen a retomar al 2do movimiento.
Si Fragmentos para la batalla fuese una canción bien podría caber en un cancionero latinoamericano. Las manzanas de Chile lo jala de nuevo a un subconjunto de lo NuestroAmericano. Si se le preguntara al autor de dónde es respondería, además del territorio de la poesía: venezolano, palestino y chileno. De un subconjunto del continente. O del mundo. O de todos. Déjeme explicarle:
Ay Chile. Mucho daño, mucho hierro.
Quinto movimiento
Bajo el signo de cáncer es un guiño a la estupidez de algunas celebraciones ¿A qué geografía corresponde la enumeración siguiente?
Acordeones rusos reventarían el aire con imágenes urgentes y presagios con ginebra, topacios, esmeraldas, naipes de todos los colores…
No importa demasiado, después de todo:
Un escarabajo, por ejemplo, volcado sobre sí mismo,
pudiera ser
el agua o la resurrección del Santísimo Sacramento.
Caparazones, cuencas, concavidades,
lo difícil, dice el hombre del fuego, es morir con un arcángel en la tráquea…”
¿Y si el arte de la guerra es el arte de evitar la confrontación, como diría Sun Tzu? Enumeremos también los afectos y los efectos personales. Todo eso carga en el bolsillo el combatiente de esta guerra, de estos fragmentos.
Sexto movimiento
La venganza de las cosas es la poética del taxista ¿No es acaso el médium entre la ciudad y los transeúntes? Vuelven las enumeraciones:
Un taxi es un peligro público, especialmente
cuando está enamorado: encuentra signos
zodiacales en la ropa de los pasajeros,
presagios en las placas de otros carros, pasa
por las esquinas como un tango fugaz
en Buenos Aires.
Séptimo movimiento
Homenaje mínimo se explica solo. Justo nombre. Justos versos. Rescatemos uno: Las ramas del prodigio; un solo reproche: Miguel ¿No son todos los animales totémicos per se?
Octavo movimiento
Todo está bien es el poeta transfigurado en Jesús Enrique Guédez. Locura audiovisual. Hay curiosidad escrutadora ¿Qué Eliot nombra el poeta en el epígrafe al estadounidense o al pretendido británico que nos describiría J.M Coetzee en Qué es un clásico? Sería una curiosidad epistémica averiguarlo. La poesía es una red vasta de significados, de signos dispuestos a modificarse con el encuentro de sus hilos. Importa el lugar desde donde se nombra y nombramos.
Noveno movimiento
Desde estos nueve movimientos vemos un poemario compuesto de tres partes que respeta la fórmula aristotélica o la divina. Esperemos que sea la segunda, de una nueva divinidad compuesta por los cuerpos sufrientes, como diría Fanon, este cuerpo de batalla, esta brújula-diario-aforístico del fragmento tiene un pórtico narrativo, un ónfalos poético y una cola que vuelve a la narrativa. Termina como empieza para consolidar el corpus.
Después de todo, la poesía, más allá de sus formas, composición y pretendido ardid de interpretación nos elude, en palabras de Miguel Márquez: como agua y ese líquido que entra a mi casa como una bala ciega en el corazón de los astros…
Apunta Márquez, finalizando las páginas de la batalla: mañana será otro día, me digo…
Estos fragmentos se recogen entre todos. Por favor no se hagan los locos. Encaren la batalla. Mañana será otro día.
Ojalá Miguel, ojalá.
Fuente: cuadernohipertextual.wordpress.com.