Libro del aire

A este libro se entra por dos salidas. La “Primera salida” es excursión e incursión. Como si el mundo cotidiano fuese otro, el poeta se abre a lo próximo como un naturalista lírico que contempla admirado su inmediatez, los signos amables o temibles del entorno. Su mirada se enfoca no solo en los panoramas; también se abre a detalles y brechas para explorar en lo entrevisto y lo oculto, arrancar secretos a la vida íntima de las cosas. Pero el afuera funciona también como espejo de sí. El viaje por el alrededor se vuelve incursión en el yo y en la poesía. El lenguaje que lo informa produce la ilusión de lo espontáneo en el decir interior, como siguiendo esa suerte de perpleja ingenuidad desde la que el poeta trata, con curiosidad incansable, de entender(se). La “Segunda salida” se centra en la indagación de lo menor. El poeta observa, pregunta, intenta un aprendizaje en el contacto con la naturaleza. Se entrega a sus ruidos y silencios, a su actividad; persigue trazos para aprehender lo fugitivo, lo que se consume o renace. Y (des)aprender. La mirada se instituye en instrumento y acto decisivo; introduce en el sentir lo más allá que se avecina. La posibilidad del asombro en busca de otra luz desde el parque y el aire de la escritura. 

Fuente: goodreads.com.