Las bellas catástrofes

Las bellas catástrofes Poesía documental

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Serie: NA
Editoras: Editorial El Estilete
Géneros: Poesía
Autoría:
Páginas: 71 pages
ISBN 13: 9789807786348
Tags: Poesía venezolana
Language: Español
Dueño: Team Poetero
Notas extras: NA

"...Las bellas catástrofes (El Estilete, 2018) es la cristalización de un proyecto que nuestra poeta viene trabajando desde hace varios años (libros): el de la llamada poesía documental, al que llega –como se llega siempre–, a través de la lectura ocasional o casual. Pero esto que acá se afirma no es más que una antigua deliberación: la del poema enfrentado a la poesía (como género literario o como marca, textual o no, codificada en distintos escenarios comunicacionales). La poesía, lo hemos asomado alguna vez, trasciende el ámbito meramente literario y busca acomodo en otros territorios: el cine, el teatro, la música, pero también el del lenguaje común (eminentemente informativo), en el periodismo, en la pintura o la fotografía. La génesis de esta búsqueda podemos encontrarla en el texto “Autopsia”, recogido e impreso finalmente en Verbos predadores. Poesía reunida (1986-2006) editado en 2007 y, también, en Nosotros, los salvados, ya mencionado en esta nota."

Se trata, según señala el subtítulo del libro, de “poesía documental”. Una clasificación que describe a un producto lírico resultante de una investigación previa a través de documentos. Una noticia, una imagen, un concepto, un hecho histórico, un descubrimiento científico, todo es válido para que termine mutado en poema. Porque el epicentro sensible del mismo tiene poco que ver con el objeto al que apunta el poema (o la poesía), sino la mirada que se pone en el mismo y los recursos de los que se vale quien lo verbaliza. Todo esto parece una descripción excesivamente técnica, pero en el fondo se trata de esto más que de la “magia” que atribuimos al lenguaje o del fluido místico que algunos piensan posee ese individuo al que se le denomina poeta.

Seguramente esta explicación se torne antipática para los adeptos a la poesía o los estudiosos de la disciplina (en todo caso dependerá de su enfoque o sus creencias), pero sea un recurso manejado con experiencia y conciencia “profesional” o un estado casi “hipnótico” que deviene en poema, lo indudable es que el texto final es poesía.

El procedimiento es curioso: se llega al poema alejándose de lo que tradicionalmente entendemos como tal. Un discurso documentado termina en un objeto que hace vibrar nuestras emociones. Nada nuevo, no nos alarmemos. La misma autora lo dice: “esto no ha sido un descubrimiento mío, ni mucho menos”. Y hay más: apartando el tema de la “poesía documental”, la modernidad ya había traído, desde hace muchos años y en diferentes latitudes, ese “juego” o “truco” (ahora mismo no sabemos cómo definirlo) que consiste en el alejamiento del dominio de la poesía para enfrentarla desde “afuera”. Muchos son los ejemplos: Charles Baudelaire y la “estética de lo feo”, Jean-Arthur Rimbaud y su “desorden” de todos los sentidos, Stephàne Mallarmé y su acercamiento al peligroso abismo de la “poesía pura”, entre los franceses. Walt Whitman, William Carlos Williams y los Beat (pensamos en Aullido, de Ginsberg, o Bomba, de Gregory Corso), en su empeño por alcanzar el lenguaje autóctono del hombre medio estadounidense, entre los americanos; T.S. Eliot, en complicidad con Ezra Pound, quienes experimentarían con una poesía rizomática en La tierra baldía, entre Inglaterra y Gran Bretaña; el poder transformador del dolor en materia puramente lírica de los poetas soviéticos o de la Europa del Este; y las interminables búsquedas de sí mismo a través del lenguaje que han hecho los latinoamericanos: Vallejo, Nicanor Parra, nuestros Gerbasi y Ramos Sucre, tan solo por nombrar algunos. La lista es extensa y variopinta. (...)

Fuente: elnacional.com.



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